
Curiosamente, escribo esto mientras escucho el álbum Thriller, de Michael Jackson.
Cuando era niño, a mí me encantaba el Rey del Pop. Recuerdo que una de mis fantasías no-sexuales era ir a uno de sus conciertos y wasawasear sus canciones, porque a esa edad no entendía ni madres del inglés. Fui fan de él hasta que empezó con sus delirios de grandeza y sus intentos de salvar al mundo. Ahí fue cuando valió madre.
Ah, sí; y cuando adoptó el extraño e ilegal hábito de acostarse con niños.
En fin, hubo un momento del siglo pasado en que Jackson fue lo más grande de mundo; salía a cada momento en la televisión y sus canciones se repetían sin cesar en la radio. A mi poco ortodoxo parecer, su mejor disco es Thriller. Es una belleza, punto. Todos los tracks son disfrutables, y tres de ellos hicieron historia: Thriller, Beat It y Billie Jean. El primero se volvió inolvidable gracias al video y su maravillosa coreografía; el segundo es, como dijo alguien a quien yo respeto mucho, "el encuentro más afortunado ente el rock y el pop"; y el tercero... Bueno, el tercero es una de mis canciones favoritas de todos los tiempos.
En este mismo momento mi grabadora escupe las primeras notas de Billie Jean; son suaves, elegantes y pegadoras.
Y yo simplemente no puedo evitar llevar el ritmo con el pie.
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