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domingo, 30 de agosto de 2009

De los días raros


El otro día fue uno muy raro: un chico gay me acosó, una chica loca andaba pregonando que soy su novio (lo cual no es cierto); el sombrero que había perdido hace como un año apareció mágicamente en mi cuarto; una hermosa mujer que nunca me hizo caso me lanzó unos ojitos y una sonrisita; y también, escuché a un gato pronunciar mi nombre. Lo raro es que no se trataba de mi gato, quien lo hace constantemente.
Como dije, un día raro.
El colmo fue cuando fui al baño de la facultad y vi a una chica en uno de los privados. Ah, chingá..., pensé, pero me pareció lógico porque a la hora que fui, los baños de las chicas están siempre cerrados. Entonces, una amiga mía entró al baño. Ah, chingá, chingá, chingá, pensé, y me salí para verificar que ese era el baño de los hombre. En efecto, así era. Las dos chicas, la del privado y mi amiga, salieron todas sonrientes y me saludaron. Todo eso me quitó las ganas de hacer lo mío, así que me lavé las manos y me salí de ahí.
Después, en la noche, mi amigo Cuahtémoc y yo fuimos a comer unos tacos de birria por Barranca del Muerto. Me pidio que después de eso lo acompañara al Sanborn's que está por ahí para comprarse una pipa y algo de tabaco. Fuimos y entonces recordé que yo tenía algo que hacer en el baño.
—Ahorita vengo, voy al baño.
—Cámara. Te espero. Voy a estar viendo las pipas.
—Simón.
Pues fui al baño y me metí al privado para concentrarme. Justo estaba yo logrando mi cometido cuando veo unas zapatillas blancas por la abertura del sanitario de al lado. Ah, chingá, volví a pensar. Entonces, vi otro par de pies, estos cubiertos con unos tenis. Ah, chingá, chingá, chingá, chingá, chingá... Y entonces, que las paredes se empiezan a mover al ritmo de una sinfonía de gemidos.
Pues me volvieron a quitar la inspiración. Me subí los pantalones y me fui.
Fui con mi cuate el Temo.
—¿Ya? —me preguntó.
—Ya.
—O.K. Ya nada más déjame decidir cuál pipa me compro.
—Cámara. Nomás no te tardes, porque quiero ir al baño.
—¿Uh? ¿No acabas de ir?
Y que le cuento y fue él quien tuvo que ir al baño, pero de tanta risa.

1 comentario:

Isaac Romero dijo...

Bien Dieter, sólo debo decirte que hay momentos en los que quisiera tener la mitad de vivencias tuyas... digo para tener sobre que escribir aparte de mis miserias...
Loco con tus días raros--