El único blog que admite de antemano que está de güeva.

Ahora patrocinado por Jarabe El Chorrito, "¡Es bueno el cabrón!"

lunes, 2 de noviembre de 2009

De los asesinos horribemente lentos con armas extremadamente ineficientes

Acabo de encontrar este video. Está cagadísimo. Es un trailer falso de una película falsa (o al menos eso espero) que trata sobre un asesino inmortal que usa una cuchara como arma y quiere matar a un pobre güey que iba pasando por la calle. Lo gracioso es que, para matar a una persona con una cuchara, se necesita mucho tiempo. MUCHO TIEMPO. He aquí el video:

martes, 27 de octubre de 2009

De lo chingonamente bueno que puede llegar a ser el ocio

Hace mucho tiempo que mi amigo Bruno me enseñó este video, y hoy, como tres o cuatro años después, sigo riéndome igual de cabronamente que la primera vez que lo vi. Yo sé que les pasará lo mismo. Disfrutad.

He aquí la primera parte:



Y aquí la segunda parte:

martes, 13 de octubre de 2009

Disculpas


Bueno, bueno, bueno; ya sé que están ansiosos de mentarme la madre por no haber escrito una entrada en mucho tiempo, pero les aseguro que tengo una maravillosa razón para no haberlo hecho: estoy escribiendo mi primera novela.
Por razones de seguridad y para no echarles a perder la sorpresa que traerá consigo mi modesta novelita, no puedo decirles de qué trata ni nada de eso. Solamente puedo advertirles que estará chingona y bien hecha. Ya saben; después de todo, traerá mi sello de calidad.
Me despido por ahora, pero les aseguro que pondré más atención al blog mientras escribo mi obra.
Saludos a los chicos y besos a las chicas.

sábado, 12 de septiembre de 2009

De las cosas cagadas que ocurren en la vida


Estábamos Cuauhtémoc y yo en el examen profesional de una amiga, esperando a que los sinodales deliberaran si aprobaba o no. En ese momento, vimos a una hermosa chica entre los asistentes , una que nos gusta a mucho porque en verdad es una mujer muy hermosa. Lo mejor es que tiene una hermana gemela que no desmerece en belleza frente a la otra. Le dije a Temo:
—No mames, Cuauhtémoc, mira: ahí está la chaparrita esa que nos gusta.
Entonces, él volteó a ver y dijo:
—Ah, sí... Y mira, ahí está su hermana gemela.
—Ay, no mames; es cierto. ¡Qué chido!
En ese momento, los sinodales proclamaron que nuestra amiga había aprobado el examen y con honores.
Todo mundo se puso a gritar de felicidad.
Mi amigo y yo seguíamos en nuestros propios pedos. Dijo Cuauhtémoc acerca de las gemelas:
—¿Te imaginas estar en la cama con las dos?
Entonces los dos nos ponemos rojitos y dibujamos unas grandes sonrisas en nuestros rostros, provocadas por los pensamientos cochinos que se dibujaron en nuestras mentes.
—¡Qué chido! —dijimos al unísono en voz alta.
Entonces, una señora frente a nosotros se levanta y nos dice dice:
—¡Ay, sí! ¡Qué emoción, verdad? —refiríendose a la titulción de nuestra amiga.
—¡Sí..., qué emoción! —secundamos nostros, con las cabezas llenas de pensamientos sucios.
No nos dimos cuenta de la confusión hasta que las gemelas se fueron, y dejaron nuestra líbido en paz.
Cagado.

viernes, 4 de septiembre de 2009

De lo que es no tener qué hacer

Estábamos Chava, Cuahtémoc y yo hablan de viejas y de puras pendejadas, cuando de repente, el Temo (o sea, Cuahtémoc) nos preguntó si nuestro amiguito tenía nombre.
—¿Cuál amiguito?
—Su amiguito. Ya saben, el cíclope chiquito.
—¿Uh?
—El del sweater de cuello de tortuga y el casquito.
—¿Uh?
—¡Que si su pene tiene nombre, par de pendejos!
—¡Aaaaaah!
Chava y yo nos quedamos viendo con cara de "¿qué pedo con esté güey?," pero luego nos entró la curiosidad que siempre trae consigo un día aburrido.
—No, ¿por qué? ¿El tuyo sí?
—Sí.
—¡No mames! ¿Cómo se llama?
—Moisés
—¿Por qué?
—Porque abre el mar y libera a mi pueblo.
—¡Duh!
Aquí hubo un silencio.
Entonces, yo:
—Pues que el mío sea Lalo —dije.
—¿Lalo?
—¡Lalonganiza!
Risas.
Luego, Chava:
—Que el mío sea Lázaro.
—¿Porque le dices "levántate y anda"?
—Simón.
Más risas.
Pero luego ya no pudimos seguir hablando de eso porque llegó una chica. Sólo entonces, nos sentimos sucios de haber hablado semejantes pendejadas.
Chale, lo que es no tener qué hacer.

domingo, 30 de agosto de 2009

De los días raros


El otro día fue uno muy raro: un chico gay me acosó, una chica loca andaba pregonando que soy su novio (lo cual no es cierto); el sombrero que había perdido hace como un año apareció mágicamente en mi cuarto; una hermosa mujer que nunca me hizo caso me lanzó unos ojitos y una sonrisita; y también, escuché a un gato pronunciar mi nombre. Lo raro es que no se trataba de mi gato, quien lo hace constantemente.
Como dije, un día raro.
El colmo fue cuando fui al baño de la facultad y vi a una chica en uno de los privados. Ah, chingá..., pensé, pero me pareció lógico porque a la hora que fui, los baños de las chicas están siempre cerrados. Entonces, una amiga mía entró al baño. Ah, chingá, chingá, chingá, pensé, y me salí para verificar que ese era el baño de los hombre. En efecto, así era. Las dos chicas, la del privado y mi amiga, salieron todas sonrientes y me saludaron. Todo eso me quitó las ganas de hacer lo mío, así que me lavé las manos y me salí de ahí.
Después, en la noche, mi amigo Cuahtémoc y yo fuimos a comer unos tacos de birria por Barranca del Muerto. Me pidio que después de eso lo acompañara al Sanborn's que está por ahí para comprarse una pipa y algo de tabaco. Fuimos y entonces recordé que yo tenía algo que hacer en el baño.
—Ahorita vengo, voy al baño.
—Cámara. Te espero. Voy a estar viendo las pipas.
—Simón.
Pues fui al baño y me metí al privado para concentrarme. Justo estaba yo logrando mi cometido cuando veo unas zapatillas blancas por la abertura del sanitario de al lado. Ah, chingá, volví a pensar. Entonces, vi otro par de pies, estos cubiertos con unos tenis. Ah, chingá, chingá, chingá, chingá, chingá... Y entonces, que las paredes se empiezan a mover al ritmo de una sinfonía de gemidos.
Pues me volvieron a quitar la inspiración. Me subí los pantalones y me fui.
Fui con mi cuate el Temo.
—¿Ya? —me preguntó.
—Ya.
—O.K. Ya nada más déjame decidir cuál pipa me compro.
—Cámara. Nomás no te tardes, porque quiero ir al baño.
—¿Uh? ¿No acabas de ir?
Y que le cuento y fue él quien tuvo que ir al baño, pero de tanta risa.

lunes, 24 de agosto de 2009

¡Pinches viejas! II


Estaba yo un día bien feliz en mi trabajo, cuando de repente llegó la mujer que fue mi sueño a lo largo de toda la preparatoria. Su nombre es María Guadalupe y, en ese entonces, todo mundo le llamaba Lupita o Pita. Ahora, como según ella es una persona completamente diferente a lo que era en ese entonces, prefiere que la llamen María. ¡Duh! Total, llegó a visitarme porque se había enterado de que yo trabajaba por ahí y tenía muchas ganas de verme. Güevos. Me saludó, le preparé un café y platicamos del pasado hasta que la maldita luna se apareció en el cielo.
Entonces, la malvada mujer me recordó lo dolorosos que pueden llegar a ser los recuerdos.
Para empezar, me habló de los tres años que yo intenté cortejarla de varias maneras sin obtener más resultados que un corazón roto y un autoestima cayendo en picada. Madres. Luego, me habló de todos aquellos amantes, hombres y mujeres, que tuvo a lo largo de esos tres años que yo intenté cortejarla.
Pinche...
Luego, me contó lo divertido que le había parecido el hecho de que todas esas personas echaran sus vidas por la borda con tal de cumplirle todos sus caprichos.
Y eso fue solamente la primer parte de la conversación.
¡Pinches viejas!
—Recuerdo que después de esos tres años dejaste de buscarme —me dijo—. ¿Fue por esa chica que te pidió que fueras su novio, verdad?
—Efectivamente. No podía andar tras de tí si ya tenía una novia. Lamentablemente, fue entonces cuando tú comenzaste a buscarme a mí.
Ella rió.
—Es que me di cuenta que todas tus cartas y tus cortejos me habían llegado al corazón.
—Sí, qué oportuno...
—Intenté conquistarte varias veces. Hasta quise darte un beso y tú me lo negaste, ¿recuerdas? —Su sonrisa era coqueta y diabólica al mismo tiempo.
—Sí, lo recuerdo. Pero no te besé PORQUE TENÍA NOVIA.
—Pero... yo creí que me amabas con lucura...
¡Pinches viejas!
Entonces, yo insistí:
—Sí, pero entiende QUE YO TENÍA... Oh, olvídalo. No vas a entender.
Dije eso porque ella se considera a sí misma "un alma libre", es decir, que no le pertenece a nadie, y por eso, puede ser novia de alguien y tener sexo con otro cuando se le antoje. De verdad, no se puede hablar de lealtad con personas así, por eso no insistí en el tema.
Hubo un silencio. Luego, ella:
—En tus cartas me decías que yo era tu musa. ¿Era cierto?
—Sí, claro que sí. Tú eras quien inspiraba todo lo que escribía. En especial las cartas de amor que te dedicaba.
—Eran muy bonitas.
—Gracias.
—Y largas... Mira que la más corta es de dieciséis páginas--
—¡Yo sé qué tan largas eran! No tienes que--
—¿Y ahora?
—¿Qué?
—¿Y ahora qué sientes por mí?
¡Pinches viejas!
—Yo...
—¿Aún me amas?
—Yo...
Se me acercó, como si quisiera darme un beso, pero me alejé para encender un cigarrillo. Un truco clásico.
—¿Por qué me tienes tanto miedo? —preguntó.
—¿Miedo yo? ¿De tí? ¡Vamos!
—Entonces, bésame.
—No.
—¿Por qué no?
—Porque yo no soy como todos esos idiotas que perdieron la cabeza por tí. Por suerte, supe controlarme a tiempo... después de tres años.
—Pero aún me amas, ¿no?
—No lo creo.
—Averígualo. Bésame. Ya no tienes novia. Vamos, házlo.
—Tal vez después.
Otro silencio, y uno bien pinche incómodo.
—¿Sabes que eres la única persona que me ha rechazado? —dijo.
Ah, pensé, entonces es eso lo que te molesta. ¡Pinches viejas!
No, no sabía. —Y eso era cierto.
Total, para no hacerles el cuento largo, terminé besándola y enamorándome de nuevo de ella por un rato. Cuando le pedí que fuera mi novia, me dijo que no, que amaba mucho a su novio y que pensaba casarse con él.
¡PINCHES VIEJAS!
¡Cómo las amo!



domingo, 23 de agosto de 2009

Del Kazoo



El otro día, un grupo de amigos y yo estábamos ensayando una obra de teatro, y durante uno de nuestros descansos, Víctor, un chavo bien buen pedo, sacó de su mochila un Kazoo y comenzó a tocarlo. El Kazoo es un pequeño instrumento musical en forma de un conito con una abertura en la parte superior. Cuando uno deja pasar aire por uno de sus extremos, empieza a sonar de una manera muy chistosa; es como si tuvieras un enjambre de abejas atrapado dentro del Kazoo. El instrumento no tiene mayor ciencia: lo único que tienes que hacer es tatarear una canción, y entonces, esa pequeña maravilla hará su magia. Cuando Víctor sacó el suyo, los demás nos estábamos cagando de la risa: ¿pueden ímagínense la Marcha de Zacatecas zumbada en un timbre muy agudo? Después comenzó a tocar tangos, y luego, interpretó El Vals de El Padrino en varios ritmos, hasta cumbia. Lo mejor de todo, fue cuando sacó varios de su mochila y nos los repartió. Dijo que traía todos esos para emergencias. De repente, todos estábamos tocando esas chingaderas, e interpretamos temas completos. Fue de risa loca. Hasta pensamos en incluir presentaciones así en nuestras giras de teatro.
Si están frustrados porque no han aprendido a dominar ningún instrumento misical, les recomiendo que vayan y compren un Kazoo. Es bien fácil de tocar y les aseguro... No: les juro que se van a divertir muchísimo cuando tengan uno entre sus manos y comiencen a tocar todo lo que se les venga a la cabeza.
Es una belleza. Ya verán.

jueves, 20 de agosto de 2009

Y la rola de hoy es Like A Rolling Stone


Considerada por la revista Rolling Stone como la mejor canción de todos los tiempos, Like A Rolling Stone es una de esas rolas que hay que cargar a güevo a todas partes. Bob Dylan la compuso y la incluyó en su álbum Highway 61 Revisited, lanzado en 1965. El disco es muy chingón, y empieza con está canción, la cual causó mucha controversia cuando salió, porque era la primera vez que Dylan abandonaba sus raíces folk y tocaba algo con una banda de rock. Cuando la interpretó, sus fans comenzaron a abuchearlo y uno hasta lo llamó "Judas." Aún así, la rola es una chingonería e inmortalizó su época. Hela aquí:

Once upon a time you dressed so fine
You threw the bums a dime in your prime, didn't you?
People'd call, say, "Beware doll, you're bound to fall"
You thought they were all kiddin' you
You used to laugh about
Everybody that was hangin' out
Now you don't talk so loud
Now you don't seem so proud
About having to be scrounging for your next meal.

How does it feel
How does it feel
To be without a home
Like a complete unknown
Like a rolling stone?

You've gone to the finest school all right, Miss Lonely
But you know you only used to get juiced in it
And nobody has ever taught you how to live on the street
And now you find out you're gonna have to get used to it
You said you'd never compromise
With the mystery tramp, but now you realize
He's not selling any alibis
As you stare into the vacuum of his eyes
And ask him do you want to make a deal?

How does it feel
How does it feel
To be on your own
With no direction home
Like a complete unknown
Like a rolling stone?

You never turned around to see the frowns on the jugglers and the clowns
When they all come down and did tricks for you
You never understood that it ain't no good
You shouldn't let other people get your kicks for you
You used to ride on the chrome horse with your diplomat
Who carried on his shoulder a Siamese cat
Ain't it hard when you discover that
He really wasn't where it's at
After he took from you everything he could steal.

How does it feel
How does it feel
To be on your own
With no direction home
Like a complete unknown
Like a rolling stone?

Princess on the steeple and all the pretty people
They're drinkin', thinkin' that they got it made
Exchanging all kinds of precious gifts and things
But you'd better lift your diamond ring, you'd better pawn it babe
You used to be so amused
At Napoleon in rags and the language that he used
Go to him now, he calls you, you can't refuse
When you got nothing, you got nothing to lose
You're invisible now, you got no secrets to conceal.

How does it feel
How does it feel
To be on your own
With no direction home
Like a complete unknown
Like a rolling stone?


martes, 18 de agosto de 2009

De las cosas que uno encuentra en YouTube

El otro día andaba yo dando vueltas en YouTube y me topé con este video, el cual me sacó mucho de pedo. No es que yo sea un tipo que se asuste fácilmente con la sangre, pero éste pinche video sí me dio miedo un rato. Trata de un sujeto que está loco y que un día decide matar a un chingo de gente nomás porque se le hinchan los güevos. Al final del video, y con un montón de cadáveres tras de sí, el asesino se suicida. Me obligué a mí mismo a ver el video un chingo de veces para descubrir por qué putas me había dado tanto miedo, hasta que finalmente descubrí que no me dio miedo la sangre, ni los asesinatos, ni la apariencia del loco, sino caer en la cuenta de que es posible que una persona, cualquier persona, pueda despertar un día y actuar como ese asesino. Lo más terrible del caso es saber que, al igual que el asesino del video, uno real podría optar por suicidarse y asi evitar un castigo por sus actos.
Eso fue precisamente lo que me aterró.
Y como diría Resortes: ¡Ay, mamachita!

domingo, 16 de agosto de 2009

De los reproches que me han llegado por no publicar

Ya van varias personas que me preguntan por qué diablos no publico más seguido en mi blog. Yo, obviamente, les he respondido que es porque no tengo tiempo. Pero, la verdad, eso es una mamada; ¿quién no tiene cinco pinches minutos para escribir alguna mamada en su blog, cualquier cosa?
Ciertamente, yo no soy de esos.
Siendo sinceros, es que a veces me da mucha güeva publicar cosas que tal vez nadie va leer, y más güeva me da cuando me pongo a pensar que resulta poco probable que alguien me deje algún comentario. Más de tres veces publiqué entradas que me parecieron chingonas, y nomás nadie me dejó ninguna palabra, ni siquiera para mentarme la madre. Cada vez que eso ocurre, me frustro mucho.
Pero luego me pongo a pensar que sentirse así por eso es también una mamada.
Es por eso que he decidido, por terecera vez en lo que va del año, publicar más seguido (la gente se levanta y me ovaciona) por el simple hecho de satisfacer a mi maravilloso público que me ama y me adora. (Aquí una hermosa chica me lanza su tanga). Y, por supuesto, yo también los adoro a ustedes. (Toda la primera fila del auditorio se desmaya).
Nos leeremos más seguido, y ¿quién sabe?, tal vez hasta tengan la fortuna de que yo lea sus blogs.
Y si ando de buenas, tal vez hasta les deje un comentario. (Aquí, un ñoño cuaretón y gordo muere por un paro cardíaco, provocado por la emoción que le causó esa posibilidad).
Me despido, gente bonita. Un beso.
(Cae una alfombra de rosas a mis pies).


Gracias por su preferencia. Uno de cada seis directores barbados me recomienda.

sábado, 15 de agosto de 2009

De Bunsen

Ya no me acuerdo cómo fue que me enteré de este cómic publicado por internet, pero el chiste es que lo veo cada día que sale y que me volví bien pinche fan. Trata sobre un par de científicos tarados que... Bueno, que... que no hacen nada, pero se la pasan bien chido molestando a los animalitos que tienen en el laboratorio para hacer sus experimentos. Jorge Pinto es el chingón que hace este cómic, y lo publica lunes, miércoles y viernes en la página http://www.heroeslocales.com/bunsen/

Échenle un ojo, les prometo que no se arrepentirán... Y también les prometo que amarán al Dr. Mono, cuando lo conozcan.

Dr. Mono para presidente.


miércoles, 22 de julio de 2009

Me niego...

... a publicar mientras no me dejen comentarios.

Culeros.

Besos.

Y una patada en las bolas, a quienes las tengan.

domingo, 17 de mayo de 2009

La Carretera


Hace como un año me enteré de este libro gracias a una página de internet que visito periódicamente. Cuando leí la reseña de La Carretera en esa página, me emocioné mucho, sobre todo porque el artículo fue escrito por uno de mis escritores favoritos: Ruy Xoconostle. La reseña hablaba maravillas del libro, pero sobre todo, hacía hincapié en las maravillosas habilidades del autor de La Carretera para jugar con las emociones de sus lectores con una historia bastante simple.
Aquello me llamó la atención, así que fui y me compre el libro La Carretera, de Cormac McCarthy.
No llevaba yo seis páginas del pinche libro cuando me di cuenta que estaba llorando. No mames: ¡seis páginas! Ni un pinche cuento bien hecho logra eso. ¡Qué talento! ¡Qué chingón! ¡Yo soy fan de McCarthy!
La historia del libro es la siguiente: un desastre nuclear o algo así (nunca se revela) elimina a la mayor parte de la población del planeta. El cielo es completamente gris y en todas partes hace un frío terrible, un frío "capaz de romper las rocas." Como el libro empieza ocho años después del incidente, la comida empieza a escasear y algunos grupos de supervivientes se han convertido en caníbales. Los pérsonajes principales son el Hombre y el Chico, que son padre e hijo y viajan hacia el sur, con la esperanza de encontrar ahí un poco de calor, comida y esperanza. Esa es toda la historia. No obstante, la calidad del trabajo es insuperable. Los personajes han sido tratados tan maravillosamente que ni siquiera sientes desidia al darte cuenta que casi todo el libro trata de ellos dos nada más. Hay partes muy cabronas en las que te pones a llorar o sientes un chingo de miedo cuando se ven amenazados por lo caníbales o por el hambre. ¡Puta! ¡El hambre! Todo el tiempo está presente en la obra. Sientes culerísimo cuando ya no tienen nada que comer y se llevan a la boca cualquier mierda que se encuentran... hasta bolas de nieve sucia.
El Hombre intenta cuidar a su hijo todo lo que puede y le da ánimos, pero cuando el Chico está dormido, se pone a llorar y maldice a Dios por todo lo que ha ocurrido y todo lo que va a ocurrir. El padre siempre lleva consigo un revólver con dos balas... No lo hace para matar a "los malos," como él los llama, sino para librarlos a ellos mismos de la agonía de la muerte en caso de ser capturados por el enemigo.
¿Serás capaz? Cuando llegué el momento, ¿serás capaz?, se pregunta el Hombre cada vez que mira al Chico.
Para tranquilizar a su hijo, le dice que a ellos no puede pasarles nada porque llevan el fuego, es decir, la única llama de pureza que queda en la humanidad. Le advierte que hay otras personas buenas, otras personas que llevan el fuego y que hay que encontrarlas.
¿Y no nos va a pasar nada malo?
Desde luego que no.
Porque nosotros llevamos el fuego.
Así es. Porque llevamos el fuego.
¡Qué chingón!
Por cierto, va a salir una película no sé cuando. Pero les recomiendo que primero lean el libro.

domingo, 10 de mayo de 2009

De The Spirit


Nunca he leído un solo número del cómic The Spirit, pero sé que su crador, Will Eisner, era un chingón de chingones. The Spirit relata la historia de un tipo que se muere y vuelve a la vida con todas las intenciones de luchar contra el crímen. Sí, bueno, es una historia bastante simple, pero a lo largo del tiempo, la obra se convirtió en una de las piezas más importantes para comprender el mundo del cómic.
Por eso, me emocionó mucho cuando escuché que iban a sacar una película de The Spirit que sería dirigida por Frank Miller, otro chingón de chingones. Cuando la película salió en diciembre del año pasado, por una u otra razón no pude ir a verla. Cada vez que me encontraba con un cuate, le decía: "Vamos a ver The Spirit, no seas culero," y todos me daban largas. Finalmente, sacaron la película de cartelera, pero yo me quedé con chingos de ganas de verla.
Durante todo ese tiempo, se me hizo raro que nadie hablara de ella.
Hace dos semanas se me hizo ver la maldita película. Fue lo más horrible que he visto en años. Cuando los créditos empezaron a correr por la pantalla, sentí por primera vez que había desperdiciado tiempo de mi vida, y eso que yo he pasado horas acostado en el pasto mirando el cielo. No mamen. Es horrible: diálogos tontos, actuaciones malas, chistes terribles... Ni siquiera las hermosas mujeres que salen en la película pudieron salvarla. En las dos horas que dura el tormento, no hay un solo momento memorable. Se me hace raro que Frank Miller la haya cagado tanto en su primera película. Pero, pensándolo bien, Miller es un mamón, y hasta es posible que lo haya hecho adrede nomás por chingar, como lo hizo con The Dark Knight Strikes Again o con All-Star Batman and Robin, The Boy Wonder.
Pero quién sabe... Tal vez, Frank Miller esté perdiendo su toque.
Yo rezo porque no sea así.

martes, 5 de mayo de 2009

¡Pinches viejas!


Un amigo mío fue a mi casa para ayudarme a pintar un cuarto. Mientras trabajábamos, comenzamos a hablar de su novia, una chica que conoció por internet y vive en Rumania, o algo así. Me contó sus planes de juntar dinero e ir a Rumania a visitarla, y como siempre, yo nomás entorné los ojos para darle a entender lo tonta que me parece la idea. Estamos de acuerdo que es un tanto rara, ¿no?
Sin embargo...
Yo he visto cómo mi amigo se ha partido el lomo trabajando para juntar el dinero que le comprará el boleto para ir hasta allá. Incluso, he apoyado monetariamente a la causa. El plan de este burro era irse pa' Rumania durante el verano, porque si no, solamente podría ir hasta el invierno, y en invierno allá hace tanto frío que no puedes hacer otra cosa que no sea quedarte en casa, dando gracias a Dios por la calefacción. El problema fue que le cambiaron mucho el precio del boleto y ahora tendrá que juntar más dinero, lo que se traduce en más tiempo de espera. Tendrá que viajar en invierno.
El asunto es que, cuando le dijo a su chica que tendrían que esperarse más para conocerse en persona, ella se encabronó y se puso triste. Que no mame. Yo vi cómo mi queridísimo amigo se partió la madre trabajando para juntar el dinero del boleto, y ella se encabrona. ¿Qué pedo? Hasta le recriminó que, tal vez no estaba haciendo ningún esfuerzo por verla.
¡Pinches viejas!
Eso me recuerda a una novia mía de la prepa. Sí... Recuerdo que una vez me sentí tan dadivoso con ella que le compré muchas cosas en una semana: un libro, chocolates, un reloj, un peluche y mamadas así. Ella, como toda buena mujer, se sentía feliz por haber recibido algo sin haber hecho el más mínimo esfuerzo por merecerlo. Pero una tarde, presenció cómo un amigo suyo le regalaba una rosa a su novia. ¡Me reprochó por una semana no haberle regalado nunca una rosa! ¡No mamen! ¡Yo le había dado como seis cosas, y ella me cagaba porque entre esas cosas no estaba una rosa! ¡Una puta rosa!
¡Pinches viejas!
Ahora, no me salgan con la pendejada de: "es que a las mujeres no hay que comprenderlas, sino amarlas." ¡Amen a mis güevos! El hombre que no comprende a una mujer es un pendejo; el problema es que, cuando las comprendes, inmediatamente te dan muchas ganas de deshacerte de ellas. Juro que el corazón de la menos cruel de las mujeres está más podrido que el corazón del asesino más despiadado. Las mujeres traman con una perversidad que a nosotros nos faltan siglos para comprender, y odian con un odio que es capaz de matar con sólo imaginárselo.
¡Pinches viejas!
Si no tuvieran eso que tanto nos gusta...

viernes, 1 de mayo de 2009

The Godfather: The Coppola Restoration


El otro día fue mi cumpleaños. Eso no importa, lo importante es que alguien me dio el mejor regalo que un amante del cine podría pedir: The Godfather: The Coppola Restoration. TG:TCR es basicamente la trilogía de El Padrino retaurada cuadro por cuadro hasta quedar chingonsísima. Ojo, no es una remasterización, donde se le agregan cosas o así, sino que simplemente la dejaron bien chula. Hasta parece recién filmada. Lo mejor fue cuando me di cuenta de que la cajita metálica en que venía (muy bonita, por cierto) incluía otro disco más, uno con las codiciadas características especiales y las escenas borradas. Justo cuando me estaba orgasmeando, vi una horrible propaganda de vinos que venía en la parte posterior-interior de la caja, así que para no romper el cuadro de belleza, la mandé al diablo. Mi sorpresa fue que, debajo de la propaganda, había un quinto disco. ¡Un puto quinto disco!
¡No mames!
El quinto disco es de suplementos, y tiene varios documentales más, y en uno, hasta sale mi adorado Spielberg diciendo: "Cuando vi El Padrino quise renunciar al cine. Me di cuenta de que yo nunca tendría esa habilidad para contar historias."
¡No mames!
Por eso y chingos de cosas más, The Godfather: The Coppola Restoration debe estar en la colección de todos aquellos que tienen una vaga idea del buen gusto.

miércoles, 4 de febrero de 2009

De los sombreros y otros headwear chingones


Me encantan los sombreros. Desde que entré a la universidad, los utilizo diariamente y los he convertido en una parte muy importante de mi apariencia, al grado que, cuando no llevo uno puesto, mis compañeros y amigos pasan de largo, sin saludarme, porque no logran reconocerme. Recuerdo que, cuando entré a la universidá, fui el primero en llevar uno, y la gente que pasaba por ahí se me quedaba viendo con cara de "¿qué pedo con ese güey?" Poco a poco, y a fuerza de costumbre, dejaron de lanzarme miradas curiosas, y para alimento de mi asombro, poco a poco vi varias de esas divinas prendas resguardando las ideas de algunos colegas estudiantes. En estos días, si pasan por mi facultad, verán un chingo de sombreros, de todo tipo y colores, circundando los pasillos. A mí no me molesta que ya muchos usen sombrero, al contrario; me halaga saber que más de uno haya aceptado la importancia histórica de tan expresiva prenda.
¿Y cuá es esta importancia?
Bueno, si miráramos hacia atrás, y concentráramos nuestra atención en aquellas gloriosas imágenes del pasado, donde la vida cotidiana apenas veía venir lujos como el gas o la luz eléctrica, seguramente encontraríamos un sombrero como uno de los elementos emblemáticos de la época. Sherlock Holmes, El Zorro, The Spirit, Phillip Marlowe, James Bond, Indiana Jones, El Vago de Chaplin y muchos otros personajes que han quedado impresos en el imaginario popular, decidieron ponerse uno alguna vez. Por eso, opino que hay cierta cualidad romántica en los sombreros que no deberíamos dejar morir.
Claro que hay más ataviós para ponerse en la cabeza, como las boinas, las gorras y los gorritos, pero mi corazón se queda con los sombreros, sin duda alguna. Hoy mismo recordé cuál de ellos fue el que me enamoró: el Fedora café que Indiana Jones lleva puesto en todas sus aventuras. Después de ver a Indy partiendo madres con ese magnífico e insuperable Fedora sobre su cabeza, decidí que a güevo tenía que poseer uno igual, partiera yo madres o no.
Hoy en día, mi colección de sombreros es harto reconocida e imitada, pero pocos saben que yo los luzco con cierto dejo de nostalgia y respeto, que muy pocos serían capaces de comprender.

lunes, 2 de febrero de 2009

Batman: The Animated Series


Corría el glorioso año de 1992 —y digo "corría" porque a mí se me pasó en chinga loca— cuando pasaron en televisión abierta la serie que revolucionó el mundo de la animación: Batman: The Animated Series. Esta serie fue un gran logro para la televisión, pues no solamente mejoró la calidad en la forma de animar el dibujo, sino también hablaba abiertamente de temas que nunca se trataron antes en caricaturas, como las drogas o el tráfico de armas. Además, fue la primera serie animada occidental en mostrar sangre en pantalla, aunque claro, en pequeñas cantidades. Otra de las grandes mejoras fue reparto elegido para que prestara sus voces a los personajes. La directora de doblaje, Andrea Romano, pidió a los actores que no intentaran hablar como lo hacen los actores de doblaje convencionales, sino que lo hicieran como si todo esto fuera una obra de teatro.
El resultado es impresionante.
La mayoría de los episiodios son fenomenales, en especial aquellos que estaban dibujados a la vieja usanza; después, decidieron que lo mejor sería hacer los dibujos como en la serie de Superman, y aunque el resultado no fue malo, si es bastante diferente.
Tal vez lo mejor de la serie es la manera en que el personaje es presentado episodio tras episodio. La historia del Hombre-Murciélago de la Ciudad Gótica se lleva a nuevos horizontes y se reescribe de una manera poderosa, gloriosa. Se puede hacer una colección de grandes frases y grandes momentos si se le presta la sufieciente atención a la serie. Los mejores episodios son aquellos escritos por Paul Dini y dirigidos por Bruce Timm.
Si tienen la oportunidad de conseguir la serie completa, échenle un vistazo, les juro que no se van a arrepentir.

domingo, 1 de febrero de 2009

Del curioso caso de Benjamin Button


Fui a ver El curioso caso de Benjamin Button porque la anécdota de la película me pareció muy llamativa: digo, la historia de un güey que nace anciano y muere bebé, está chingón, ¿no? Pues bien, la película me ganó desde el principio, para ser exactos, justo en el momento en que termina la anécdota del relojero ciego. Lo del relojero ciego está pocamadre, tanto que me descubrí un par de lágrimas en el rostro cuando terminó esa mini-historia. A partir de ahí, la película es bellísima, aunque, en honor a la verdad, pierde fuerza a la mitad, pero no hay tanto pedo, porque el final es arrollador, sentimentalmente hablando. La historia termina, como resulta obvio, cuando Benjamin Button muere, siendo bebé, después de haber vivido como setenta años.
Chingón.
Después del final, hay una pequeña escena, el final final, el cual sí hizo que me cagara y corriera al baño llorando como niña. Soy bien joto: siempre lloro con las películas que vale la pena llorar, y ésta lo vale.
El mismo día que la vi, busqué el cuento en internet. Aunque carece del poder melodramático que le metieron a la película, el final es más fuerte. Scott Fitzgerald supo dar en el clavo en los últimos cuatro párrafos de su cuento, y lo convierte en algo que tienes que leer antes de morir. Y sí, también lloré con el cuento. No estoy justificando mi jotería con esto, pero, ¿acaso no vale la pena sacar unas cuántas lágrimas de vez en cuando con una historia llegadora? No lloro solamente porque la historia sea sentimental, sino porque da un chingo de gusto saber que hay gente en el mundo que sabe hacer su trabajo y que aún es capaz de sorprender.
A veces, vale la pena agradecer eso.

Ya volví a regresar

Chale.
No había podido escribir cosas en el blog porque me encontraba sumamente ocupado con varios pedos que he resuelto paulatinamente. Pero no se preocupen, ya volví. En serio. Prometo postear con regularidad, aunque no tanta como antes lo hacía, porque la verdad si da mucha güeva y no tengo tanto tiempo. Ni modo.
Ahí se ven.